A REVIEW OF VIERA VIDENTE

A Review Of viera vidente

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Gurdjieff, thanksño de un método esencialmente práctico de la “conquista del yo”, ha expuesto estas ideas con especial claridad. Para él existen cuatro estados de conciencia. El hombre vive solamente en los dos primeros: el sueño y la vigilia ordinaria. Los estados superiores de autoconciencia y conciencia objetiva, le son inaccesibles. El estado de sueño es pasivo y absolutamente subjetivo; pero cuando el hombre despierta y creyendo que ha tomado el gobierno de su personalidad comienza a actuar, permanece aún inmerso en el sueño y su actividad es obviamente peligrosa.

Todas las técnicas ascéticas y contemplativas y las iniciaciones esotéricas tienden a transformar al hombre, a “curarlo” de la degradación temporal. El hombre “enfermo”, debe volver a nacer. La filosofía de la India aporta una “medicina nueva” para el sufrimiento y la angustia existencial. La “curación” está presente en todo el saber tradicional. El ilusorio velo de Maya debe ser desgarrado para acceder a la no-dualidad, al centrum naturae de Boehme, o a la “vacuidad resplandeciente” de los maestros del Zen. Los santos y los místicos, los shamanes y los magos, guardan especialmente esa huella primordial en las capas profundas de su psique.

El deseo supremo y desconocido de los hombres parece siempre haber tendido a aumentar esa conciencia trascendental”­.1

Para poetas y ocultistas, la palabra se halla sometida a las leyes que rigen las correspondencias. “Hay en el verbo algo sagrado que os veda hacer de él un juego de azar”, escribe Baudelaire. “La palabra es un ser vivo. Sépase esto”, afirma Hugo. De ahí el sentido mágico del verso y el valor de la plegaria fervorosa. Ambos pueden actuar como un conjuro intencional que dinamiza la proyección del deseo.

El hecho paranormal, la exaltación poética, la experiencia mística y la experiencia liberadora se determinan por el grado de profundidad a que accede la conciencia en su internalización hacia el punto de re­ferencia axil. Es necesario no confundir los planos, ni mezclar los órdenes experienciales. La percepción extrasensoria y la psicoquinesia, los sucesos “mágicos”, no trascienden los territorios de la psique. Conforman el grado más bajo de la escala y si bien en ese nivel visionario la conciencia puede recorrer y conocer las distintas direcciones del volumen tempoespa­cial, el conocedor y lo conocido permanecen en el mundo fenoménico, en el universo de los opuestos y las contradicciones. El nivel paranormal, el de los “poderes maravillosos”, los siddhis como lo llaman los hindúes, es el de las prácticas ocultistas, el nivel donde “funcionan” las correspondencias y se expresan los magos y los “dotados parapsíquicos”.

De la Noche primordial, de ese estado espiritual impregnado de sensaciones numinosas, Novalis reaparece con los sentidos purificados. Es capaz de “ver”, de “oír”, de descubrir impensables analogías, de hacernos comprender la fugacidad de lo transitorio e inducirnos cambios cualitativos a partir de los cuales nos sea posible intuir la realidad del “otro reino”.

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Novalis, como el adepto de la Obra Mística, exaltó la radical purificación del ser mediante una ascesis regulada que permitiese situar a la conciencia en un plano de pureza absoluta.

Sin embargo, la experiencia de Gerardo no quedó localizada en esa aspiración de unidad click for more info mística, en ese retorno al gran Tiempo que servía de fuente a sus creaciones literarias. Junto a los éxtasis profundos y los accesos a una conciencia modificada en la que “el alma más exaltada y sutil halla relaciones invisibles, coincidencias no percibidas y goza de espectáculos que escapan a los ojos materiales”, Gerardo conoció esos estados singulares en los que la emergencia de un nuevo “yo” conduce a un proceso de desdoblamiento. Esa doble personalidad, además de caracterizar a ciertos estados patológicos, se puede inducir mediante el empleo del hipnotismo.

Rimbaud odia al “hombre de la superficie”, a los superfluos y vacíos, a los idiotas autosuficientes que pretenden saberlo todo y que no son más que vanidosos proyectos. Experimenta náuseas por los imprescindibles, por los satisfechos; embiste contra la seguridad y la respetabilidad y desprecia a los funcionarios y a los escritores que “juntan una parte del fruto del cerebro” y acumulan “los productos de sus inteligencias miserables proclamándose autores”.

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La poesía, que nada ve aisladamente, obtiene el milagro de comprender y representar (aunque con instrumentos imperfectos) el significado y la función de las cosas ocultas. El poeta debe ser necesariamente vidente y mago; debe ver lo que los demás no ven y debe poseer el poder de hacer que los otros vean lo que por sí mismos no pueden percibir. “El rostro de Baudelaire –escribe Raymond– seven parece iluminarse con un rayo de la hoguera del más remoto misticismo. Diríase que para él se trata de renovar la antigua alianza”. Sin embargo, el Baudelaire esteticista mantiene un difícil equilibrio entre la inspiración pura y la elaboración voluntaria. Lo mismo hará Rimbaud, aunque fuertemente acuciado por las formas nuevas.

Es preciso volver a comenzar, quebrar el tiempo profano que pugna por convertirse en histórico mediante la repetición y el eterno retorno. Los modelos de toda actividad significativa se determinan­ por los mitos, y el hombre, que padece en el cauce­de la duración, destruye la irreversibilidad del devenir mediante la repetición incesante de gestos que renuevan acciones primordiales. Por la repetición del acto cosmogónico,­ el tiempo vulgar en el que se realiza el ritual­ se proyecta en el tiempo mítico en que se make la fundación del mundo. La ceremonia se desarrolla no sólo en un espacio consagrado, es decir, esencialmente distinto del espacio profano, sino además en un “tiempo sagrado”, en aquel tiempo (ab origine), cuando el ritual fue llevado a cabo por primera vez por un antepasado.thirteen

Lo basic del sentido genérico del ocultismo, sin embargo, se debe a Éliphas Lévi y al éxito de su obra, Dogme et rituel de la haute magie (1856). Sostenía que en las doctrinas secretas de los hebreos, caldeos y egipcios se encontraba la solución para el retorno a la unidad de la ciencia y la religión8. Y si volvemos a la línea de los impulsores del valor de lo oculto que se encubre bajo lo normalmente aceptado como significativo –percepción reasonable, razonamiento e intelección– desde Alberto Magno al abate Juan Tritemio pasando por Nicolás de Cusa y alcanzando en la misma línea alemana a Cornelio Agripa,nine observamos que lo importante no es llegar a intuir o palpar lo que se oculta entre las apariencias, cuanto ahondar eficazmente lo oculto, la naturaleza de lo inmanifiesto.

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